El impacto de la mascarilla en la comunicación

Contexto

Desde que se declaró el estado de alarma en Marzo de 2020, desde masKreacción hemos  estado investigando acerca del impacto que está teniendo de forma general esta crisis, y más en concreto las mascarillas sobre nuestra sociedad y nuestras relaciones.

Como parte de este proceso, durante el período comprendido entre los días 4 y 10 de Mayo realizamos una serie de talleres telemáticos en los cuales dimos espacio a reflexiones grupales. Valiéndonos de diferentes dinámicas que representaran de algún modo nuestras nuevas realidades, llegamos a determinadas conclusiones que desarrollaremos a lo largo de este artículo. 

Una dinámica consistió en establecer diálogos entre los participantes, comparando las sensaciones que éstos experimentaban con mascarillas puestas y sin llevarlas.

El siguiente texto resume el aprendizaje sobre el impacto que las mascarillas generaron durante los ya mencionados talleres.

“Nuestra percepción de la crisis determina cómo experimentamos el uso de las mascarillas”

Durante los talleres se hicieron visibles dos posiciones contrapuestas en torno a las mascarillas, y que están directamente relacionadas con cómo vivimos cada uno de nosotros esta crisis.

En efecto, hubo algunos que abrazaron la idea de llevar la mascarilla, pues se sentían protectores de los demás cuando la utilizaban: “Creo que usarla denota responsabilidad, pienso en el servicio a los demás”

En contraposición, otro grupo experimentaba un fuerte rechazo hacia la mascarilla, ya que se sentían sometidos al portarla: “Sí, ya era consciente del gran conflicto que tengo con este objeto, no por el objeto en sí, sino por lo que asocio a él: orden, opresión, autoridad, normas”

Son sentimientos personales expresados dentro de un grupo pequeño, pero los diferentes diálogos que mantenemos en otros espacios apuntan a que representan sectores importantes de la sociedad. Entonces, cuando abordamos los diferentes mecanismos de respuesta ante el virus y la consecuente crisis sanitaria que padecemos, parece haber un espectro de posiciones que se ubica entre dos extremos: Aquellos que temen el virus y aquellos que temen las dinámicas sociales desatadas por él.

Por lo tanto, existen diversas interpretaciones en cuanto a lo que refiere al virus y lo que la mascarilla representa. Dicha percepción es un factor fundamental en nuestra relación con el objeto, determina en gran medida cómo nos sentimos, pensamos y actuamos a la hora de usarlo.

Estas diferencias evidencian la importancia de nuestra percepción, cómo esta influye en nuestras emociones y por ende en nuestra experiencia.

El impacto del objeto mascarilla en si mismo

Independientemente de la interpretación personal que le atribuyamos a la mascarilla, el uso de la misma tiene un impacto directo sobre nuestras relaciones por el hecho de que oculta gran parte del rostro.

Esto repercute inevitablemente en la forma en que experimentamos los encuentros con los demás, como pudimos comprobar en la dinámica anteriormente citada, en la que se invitó a los participantes a que establecieran dos tipos de diálogos diferentes: uno con la cara totalmente descubierta y otro con la mascarilla puesta.

Nuestros participantes expresaron que durante el diálogo con mascarilla estaban muy conscientes de que había una barrera entre ellos y los demás. En este sentido les preocupaba, por un lado, no poder ver toda la cara del interlocutor, lo que dificulta la comunicación no verbal y por otro el hecho de que la mascarilla dificulta la comprensión verbal porque distorsiona el sonido.

También existían otras ideas más abstractas. Por ejemplo, hubo quien experimentó la sensación de sentirse escondido. Así mismo un participante expresó lo siguiente: -la mascarilla- “hace que me imagine más cosas o que añada elementos al discurso que no fueron dichos para completar la historia.”

A nivel de sensaciones el grupo describió una serie de incomodidades físicas que produce la mascarilla, las cuales incluyen: asfixia o dificultad para respirar, malestar generalizado, calor, sudoración, entre otras. Por otra parte se describieron diferentes estados emocionales con respecto a su uso: Hay quien dijo sentirse cohibido, agobiado, tenso o irascible. En general había una sensación extraña al hablar con las mascarillas y un gran deseo de que esto acabase.

Acerca del impacto emocional a la hora de relacionarse con los demás describieron que se sintieron más separados del resto, una cierta frialdad al no ver sonrisas, sensación de anonimato e inmunidad a las miradas ajenas, y una intensificación de emociones negativas.

El objeto también impactó en cómo actuaron los participantes. Algunos constataron que habían hablado de una manera menos expresiva, con un contacto visual mermado o incluso sin movimiento ocular aparente, otros manifestaron haber tenido problemas para expresarse, de hablar de forma más entrecortada o verse en la necesidad de tener que hablar más alto. Casi todos resaltaron que, la comunicación requería más esfuerzo de lo habitual, tanto en percibir la expresión de los demás como en comprender las palabras.

También es importante remarcar que algunos miembros evitaron mirarse a las caras y se retiraron emocionalmente de la conversación, enfocando su atención hacia dentro.

Al repetir un diálogo similar sin mascarillas los participantes expresaron alivio. Pensaron que era más fácil comprender al otro y que les daba más confianza expresarse así. Se sintieron desahogados y liberados.

Les daba una sensación de normalidad y de más conexión, pero también de más vulnerabilidad. Esto llevó a que se comunicaran de manera más fluida, más expresiva y mirándose más. 

Queda claro que el uso de la mascarilla impacta en nuestras relaciones, dificultando la comunicación. Es probable que su impacto se vaya reduciendo con el tiempo, por un lado porque desarrollaremos estrategias adaptativas para compensarlo y por otro por la simple normalización en la que deriva el uso cotidiano.

Conclusión

Estos diálogos han demostrado la importancia de hacernos conscientes del impacto que tiene este objeto, tanto por sus propias características, cómo por la interpretación que le damos.

Lo que es innegable es que las mascarillas están en el ambiente y que de una manera u otra nos vamos a tener que relacionar con ellas. Aunque estemos en contra de su uso, las personas en nuestro entorno harán uso de ella y es probable que en algún momento nos veamos obligados a hacerlo nosotros también. Del mismo modo, si estamos a favor, debemos ser conscientes de todos los impactos y repercusiones que tiene en el ámbito de las relaciones humanas.

En este sentido, nuestra propuesta de acción de decorar las mascarillas con frases que llamen al amor y a la libertad puede ser una manera de reducir su impacto, por un lado dándoles un valor comunicativo-relacional, y por otro lado permitiéndonos apropiarnos en parte del significado que tiene el objeto.

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